Por: Armando Fuentes.
De sobra conocidos son los efectos de las miríficas aguas de Saltillo, capaces de levantar el ánimo del varón más desanimado. La potencia de esas linfas taumatúrgicas es verdaderamente impresionante. En cierta ocasión a un viajero saltillense se le cayeron unas cuantas gotas de dichas aguas al pie de la torre inclinada de Pisa, y el conocido monumento se enderezó ante el asombro de los numerosos visitantes. Pasaron semanas antes de que la torre volviera a inclinarse, con lo cual se restableció el flujo turístico. Otro ejemplo. Sucede que un señor septuagenario iba a tener consorcio de carnalidad con una mujer joven y frondosa. A fin de estar a la altura del compromiso el caballero apuró secretamente un mililitro de esas aguas. La dama pensó que el añoso señor no podría librar el amoroso combate, pero por sí o por no le pidió usar preservativo. Le sorprendió ver que el setentón se ponía además en la nariz una pinza de las que se utilizan para colgar la ropa en el tendedero. Le preguntó, extrañada: “¿Por qué te tapas de ese modo la nariz?”. Respondió el señor: “Es que no me gusta el olor a hule quemado”. Nunca hago profecías, a menos de que sean sobre cosas ya pasadas. Me abstengo por lo tanto de arriesgar un vaticinio sobre las elecciones de mañana en el Estado de México y Coahuila. Digo, sí, que en la entidad mexiquense sería una sorpresa -gratísima sorpresa- que ganara Alejandra del Moral, en tanto que en Coahuila sería una sorpresa -mayúscula sorpresa- que no ganara Manolo Jiménez Salinas. Hay quienes opinan que López Obrador se desentendió del proceso coahuilense para centrar toda su atención en la candidatura de Delfina Gómez a fin de apoderarse, en un triunfo simbólico, del mayor bastión priista en el país, como anuncio de la elección del 24. Así las cosas, en Coahuila se da por cosa cierta que la contienda será ganada por el candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, sobre todo después de las patéticas maromas del Partido Verde y el PT, las cuales más dañaron que favorecieron al abanderado de Morena. Es de esperarse que Manolo Jiménez obtenga una mayoría superior a los 10 puntos sobre Guadiana, su más cercano -aunque lejano- competidor, de modo que los mañosos discípulos de AMLO no tengan forma de impugnar el resultado. En todo caso vamos mañana todos a las urnas tanto en Coahuila como en el Estado de México. Y no está por demás, en el caso de mi entidad nativa, repetir que un voto por Morena o por el PT será un voto contra Coahuila. Don Robustiano pesaba 140 kilos, aunque antes de subir en cueros a la báscula se quitaba el anillo con el propósito de pesar menos. Una noche su esposa parpadeaba en el curso del acto del amor, que la pareja realizaba en la tradicional posición del misionero, o sea el hombre arriba y la mujer abajo. Le preguntó, extrañado, su marido: “¿Por qué parpadeas así?”. Explicó la señora: “Me pides que me mueva, y eso es lo único que puedo mover”. Loretela, asistente de oficina, dio a luz cuatrillizos. Le recordó a su compañero Pitorrón, el encargado del archivo: “¿Lo ves? Te dije que no lo hiciéramos sobre la copiadora”. El gerente de la compañía de seguros interrogó al aspirante a vendedor: “¿Tiene usted poder de convencimiento?”. “¡Vaya que si lo tengo! -se jactó el sujeto-. Convencí a mi esposa de que compadeciera a la pobre chica a la que se le perdió su pantaletita en el asiento trasero de mi coche”. El buen padre Arssilio estaba oyendo la confesión de Pirulina, muchacha proclive a liviandades. Le preguntó con paternal solicitud: “Pero, hija: ¿qué ganas acostándote con tantos hombres?”. Replicó ella, severa: “Padrecito: ¿es confesión o auditoría?”. FIN.