Por: Armando Fuentes. 

El padre Arsilio amonestó severamente a Facilda Keyito, joven mujer que comerciaba con su cuerpo. Iba a hablarle del infierno, para lo cual le dijo: “¿Sabes lo que te vas a ganar acostándote con tantos hombres?”. Respondió la suripanta: “Calculo que este mes voy a sacar entre 130 mil y 150 mil pesos”. (Nota: Gana más que el Presidente, pero es que ella hace mejor su trabajo). Don Cucurulo, señor de edad madura se retorcía en su silla en el restorán. Le preguntó uno de sus amigos: “¿Qué te sucede? ¿Por qué te meneas así?”. Con una sola palabra contestó el señor: “Venganza”. Le dijo el acompañante: “No te entiendo”. Explicó don Cucurulo al tiempo que señalaba su entrepierna: “Me estoy vengando de ésta. Anoche quise hacer obra de varón, y ella no me ayudó. Ahora ella quiere ir al baño, y no la voy a ayudar”. Por su boca muere el peje. Y también por su boca mata, si me es permitido hacer la añadidura. AMLO confesó paladinamente que trató de influir sobre varios ministros y ministras de la Suprema Corte a fin de conseguir su voto para pasar la Guardia Nacional a la secretaria de la Defensa, en violación flagrante de la Constitución. No sólo eso. Reveló también que uno de esos ministros, Arturo Zaldívar, se puso prácticamente a su disposición desde que el tabasqueño andaba en campaña, lo cual puede explicar que el dicho señor haya llegado a la presidencia del máximo organismo jurisdiccional, y la fallida intentona, también anticonstitucional e igualmente encabezada por López, para prolongar su estancia al frente de la Corte. El presidente había prometido en su discurso de toma de posesión que sería respetuoso del Poder Judicial; que no se inmiscuiría en los trabajos de los ministros, magistrados y jueces encargados de impartir justicia, pero ya sabemos que AMLO es hombre de una sola palabra: “Rájome”, y que su palabra vale lo mismo que vale ahora un bilimbique. Los bilimbiques eran los espurios billetes emitidos por las distintas facciones que en tiempos de la Revolución se disputaban el poder. Su despectivo nombre provenía quizá de la expresión bill of bank que algunos de esos billetes ostentaban siguiendo el uso norteamericano. Difícil resulta creerle a López Obrador, pues dice una cosa y hace la contraria. Siempre tiene otros datos, que no son los de la realidad. Hay quienes dudan de que sea el presidente más atacado de la Historia, pero con los números y las evidencias en la mano se puede asegurar que es el que ha mentido más. Y lo que falta. El guía del museo llevó a las visitantes ante una efigie de Apolo que mostraba en reposo su atributo de varón. “Esta estatua -les indicó- pertenece al período bajo”. La señorita Himenia le comentó al oído a su amiguita Celiberia: “Las del período alto han de estar mucho más interesantes”. Galatea quería estudiar guitarra clásica, pues había oído a Paola Hermosín tocar la pieza “Lágrima”, de Francisco Tárrega, y eso la conmovió sobremanera. Sin embargo se topó con un obstáculo: su busto era tan exuberante que el instrumento le quedaba demasiado lejos y no alcanzaba a tañerlo. Fue con su esposo a la consulta de un cirujano plástico, y éste le dijo a Galatea que podía reducirle el busto de modo que la guitarra le quedara cerca. Con eso, y el correspondiente estudio, no sólo podría interpretar aquella bella pieza, sino también otras del repertorio guitarrístico tales como “Recuerdos de la Alhambra”, las diferencias sobre “Guárdame las vacas”, las obras de Fernando Sor, Rodrigo, Ponce,  Antonio Lauro y otras igualmente conocidas y apreciadas. Sugirió el marido: “¿Por qué mejor no le alarga los brazos?”. FIN.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *