Por: Armando Fuentes.
Tramposos. Sí, tramposos. Tramposo López Obrador, a quien no en vano se le ha llamado “El Peje”. La Academia dice en su diccionario que el calificativo “peje” se aplica al hombre astuto y sagaz. Tramposo Mario Delgado, el dirigente -aparente- de Morena, cuyo dueño ya sabemos quién es. Tramposo Alfonso Durazo, supuesto encargado de llevar a cabo el proceso para elegir al también supuesto “Coordinador de Comités de Defensa de la Transformación”. Dicho procedimiento es igualmente tramposo, pues en verdad se trata de elegir al candidato -o candidata- de Morena a la Presidencia de la República, en una campaña adelantada que burla tramposamente la legislación electoral. Tramposos la corcholata y corcholatos de AMLO, pues participan en ese engañosa farsa politiquera hecha al más puro estilo Peje. Así, resultan también tramposos Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña. Lo que hacen todos ellos es una falsedad, una mentira. No le tiran a ser coordinadores de esos inventados comités de defensa de la 4T. Todos aspiran a que el dedito de AMLO se pose sobre ellos y los haga candidato -o candidata- a sucederlo. La añagaza resulta inexplicable si se considera la total ausencia de una oposición que pudiera poner en riesgo el triunfo de Morena en la elección presidencial. Si el partido oficial tuviera al frente uno o varios posibles candidatos opositores viables, entonces sí habría sido necesaria -aunque igualmente ilícita e inmoral- esta rudeza innecesaria, la de adelantarse a los tiempos legales de campaña para ganar ventaja con una salida anticipada. La indecente acción -también en la política debe haber decencia, aunque sea en dosis mínimas- es en verdad un engaño a la ciudadanía, una burla al ejercicio democrático y una prueba más del talante de López, que cuando no puede violar la ley abiertamente le da la vuelta mediante un ardid de rábula o abogado chicanero. Malos tiempos nos aguardan con éstos que renuncian a ser políticos para volverse politiqueros o politicastros. Todos los aspirantes alcanzarán tajada del pastel, ya grande, ya pequeña, o aun migajas, y los veremos pululando en la vida nacional en una chamba o en otra, horros -es decir vacíos- de sentido de ética y legalidad. Desprestigiado y agonizante el PRI; desvirtuada absolutamente la esencia original del PAN; ya casi inexistente el PRD, Morena se sirve con la cuchara grande y puede impunemente, siguiendo las consignas y ejemplo de su amo, hacer de la política en México una pedestre mojiganga. Ahora ya podemos decir cuándo acabó de joderse este país: cuando López Obrador ganó la elección presidencial. No sé si debo relatar el cuento que ahora sigue, pues no lo entendí cuando me lo contaron. Parece que es en extremo subido de color. Si lo narro es sólo porque lo hallé interesante. Las cosas se vuelven más interesantes cuando no las entendemos. Cierto señor desposó a una dama que había tenido ya tres maridos. Para enorme sorpresa del galán la novia le pidió al empezar la noche de las bodas: “Te ruego que seas delicado al realizar el acto. Soy virgen”. “¿Virgen? -se sorprendió el matrimoniado-. ¿Cómo puedes ser virgen? ¡Has estado casada tres veces!”. Replicó ella: “Aun así conservo intacto el himen. Mi primer marido era ginecólogo. Lo único que hacía era verlo. Mi segundo esposo era sexólogo. No hacía más que hablar de él. Y el tercero era filatelista; coleccionaba sellos de correo. De día se la pasaba todo el tiempo humedeciéndolos para pegarlos en su álbum, y de noche. ¡Ah, cómo lo extraño!”. (No le entendí). FIN.