Ahora tendremos que aprender a vivir con menos agua, para lograrlo la buena administración será imprescindible. Los dilemas de la escasez nos ponen de frente al problema. ¿Damos agua a la agricultura de riego rodado o compramos agua para las zonas urbanas? ¿Invertimos unos mil millones de dólares para traer agua de la presa de Solís a León o seguimos explotando el acuífero mientras los gobiernos federal y estatal se ponen de acuerdo en la solución?

Nuevo León sufrió el año pasado el dilema de  la sequía y entró en racionamiento. El joven gobernador, Samuel García, enfrentó el problema con la perforación inmediata de más pozos y la rehabilitación de los existentes. Diseñó de inmediato una solución con un nuevo acueducto llamado Cuchillo II y propuso una inversión a largo plazo de 25 mil millones de pesos para traer agua del río Pánuco en Tamaulipas. “Con o sin la ayuda de la Federación”.

El caudal del río es suficiente para el crecimiento de 50 años, o más, de la Zona Metropolitana de Monterrey. Si reciclan, el futuro del estado con mejor futuro del país, estará resuelto. Las administraciones anteriores dejaron una deuda de 84 mil millones de pesos, casi la mitad del presupuesto de ese estado. Aún así, el gobernador García sabe que sin agua su estado está perdido.

En Guanajuato,  recordamos en 2012 las promesas del  gobernador Juan Manuel Oliva. “En 2016 estaremos inaugurando la presa del Zapotillo para traer agua a León”. Fue una falsedad de quien no tenía la menor idea de lo que hablaba. La cortina de la presa estaba proyectada para contener cerca de mil millones de metros cúbicos. Suficientes para abastecer a Guadalajara, León y los pueblos de los Altos de Jalisco.

Bloqueada el agua del Zapotillo para León -por algo que sólo puede interpretarse como un castigo político-, el recurso más cercano está en la presa de Solís, algo que sabíamos desde hace 20 años, cuando Vicente Fox vivía en jauja petrolera y le valió “máiz” el pueblo que lo había llevado al poder. Eso lo registrará la historia local como una gran oportunidad perdida. Prefirió pagar deuda externa por miles de millones de dólares que resolver el problema.

Para Diego Sinhue Rodríguez el tiempo termina. Lo más que puede hacer es ayudar a formalizar acuerdos con el distrito 011 de riego para invertir y tecnificar los campos para aprovechar unos 80 millones de metros cúbicos al año desde Solís. Con sólo aprovechar el agua que desperdiciamos en riegos de agua “rodada” y siembras improductivas de granos, tendríamos suficiente para los próximos 25 años.

Lo más probable es que la presente administración herede el problema a Libia Denisse García o a quien gane la gubernatura en 2024. En un desplante que más pareció un insulto, el candidato tabasqueño Adán Augusto López, dijo en su visita a Guanajuato que traer agua tomaría tiempo. Casi una sentencia de sequía perpetua para León. A Morena poco le importa el destino de Guanajuato. Lo hemos visto en la escasez de inversión federal, en el fracaso de la lucha contra la inseguridad y la violencia. O en trámites tan sencillos como impulsar los permisos para la carretera de Guanajuato a San Miguel de Allende.

Tres cosas son indispensables para sortear esta crisis y las que vienen: el liderazgo del gobernador en turno, la solidaridad ciudadana y la exigencia a la Federación para que cumpla con Guanajuato.

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *