Si lee esta columna en papel, en el periódico tradicional, tiene en sus manos un material que viene de los bosques de Canadá o de Idaho. Parte es reciclado y parte es de celulosa de madera. Es igual con todos los libros y documentos que han pasado por sus manos.

¿Por qué tumbar bosques, por qué moler pulmones biológicos de nuestra naturaleza, por qué “matar árboles” para imprimir toda suerte de información? Es sencillo, porque los bosques pueden cultivarse. En Canadá y en Finlandia, hay más árboles maderables que hace un siglo. En Estados Unidos las casas se construyen con madera (lumber) que proviene de sus bosques y de Canadá. Hay más casas que nunca y sigue habiendo más árboles que antes. Lo que hacen es un buen trabajo silvícola: plantan muchos más árboles de los que consumen.

Viene a cuento esta historia por la desazón que causó en la comunidad el derribo de 64 árboles en el Malecón del Río. Afectados por el calor que nunca habíamos sentido, por la sequía y el cambio de clima, es natural la frustración cuando cambiamos verdor por pavimento. La buena noticia es que el Ayuntamiento va compensar con la siembra de 11 mil árboles.

Podría ser el momento de iniciar una campaña comunitaria con una meta precisa de siembra. Podríamos plantar cien mil árboles y reforestar la mancha urbana a través de la ayuda de escuelas, organizaciones sociales y empresas comprometidas, es una cuestión de voluntad política y liderazgo para encabezar el esfuerzo. Alejandra Gutiérrez lo puede lograr, no hay duda. Después del corte y los reclamos, la Alcaldesa tuvo el temple para reconocer que fue un error no trasplantarlos.

Pocos políticos tienen y muestran humildad cuando se equivocan. Creen que es una muestra de debilidad. Por el contrario, hablar claro y de frente sobre las fallas la acerca a la comunidad. Además, cuando se pide perdón, la discusión termina.

Por fortuna más árboles pueden plantarse, lo que es significativo es que durante la semana en que se cortaron los árboles, fueron segadas más vidas por homicidio doloso en Guanajuato. Nuestra capacidad de indignación parece no tener una jerarquía correcta. Bien dice Alejandra en un video difundido en redes que ella siempre ha defendido la vida de las personas. Ahí está la clave del verdadero y gravísimo problema humano que tenemos.

Nos gustaría escuchar una respuesta como la de Alejandra de parte de los responsables de la seguridad pública en Guanajuato, empezando por el propio gobernador. En lo que va de junio llevamos un promedio de 12 homicidios diarios. Una cifra escalofriante. Vidas segadas de mujeres, hombres, policías y adolescentes sin que el fiscal Carlos Zamarripa o el secretario de Seguridad, Álvar Cabeza de Vaca den la cara y pidan disculpas por ello.

Parece que viven en otro mundo. Alejandra Gutiérrez ha visto durante su administración el aumento de la inseguridad con más homicidios, robos violentos a casa habitación y asaltos -que nunca se resuelven-. Muchos delitos no pueden perseguirse porque los ciudadanos están tan espantados que prefieren no denunciar, y no lo hacen porque no confían en la autoridad.

Guanajuato vive con miedo como nunca antes.

Los árboles se vuelven a plantar, las personas no. 

 

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