Cuando vi la reunión de tres partidos, PAN PRD y PRI con representantes de asociaciones civiles y los aspirantes a la presidencia de la República, sentí una emoción política casi olvidada. Ahí estaba una centena de personas comprometidas que construyeron un acuerdo, una avenida para transitar a una nueva época democrática para el país.

Los partidos abrieron sus puertas y salieron al encuentro de los ciudadanos que pedían un cambio. Tuvieron la sensibilidad de entender que separados estaban derrotados por la maquinaria y los recursos del partido oficial.

Qué gusto ver a los aspirantes en un mismo lugar y con un sólo objetivo; al expresidente Vicente Fox (de sombrero) alineado con sus antiguos adversarios y con representantes de decenas de organizaciones ciudadanas. Ángel Gurría conversaba con Xóchilt Gálvez, se miraban con respeto y aprecio. Enrique de la Madrid formalmente vestido de traje y corbata contrastaba con el atuendo forzosamente juvenil de Marko Cortés. La multiplicidad de vestimentas y personalidades mostró el entramado de una sociedad rica en opciones. Sobraba talento con visiones del mundo variopintas, unidas con un primer objetivo: salvar a México del mandato de un sólo hombre.

El formato perfecto: todos reunidos frente a las cámaras y a los oradores que desfilaron con discursos bien planteados donde rimaba todo: unidad, construcción de un nuevo país, pluralidad, ciudadanía empoderada, feminismo, y gran respeto a los nuevos liberados de nuestra sociedad, los miembros de las asociaciones LGTB.

Detrás una gran pantalla mostraba la leyenda de #Frente Amplio por México, todo con colores azul, rojo y amarillo, símbolos de los tres partidos, reflejo de unidad. Marko Cortés, quien normalmente es aburrido en sus planteamientos, dio un discurso de campeonato donde explicó la voluntad de su partido para entregarse a la cooperación con la sociedad civil.

El trazado del camino, en tres etapas, contempla aceptar a todos quienes quieran participar. Todos. Primera criba: llevar 150 mil firmas de apoyo. Segunda parte, la campaña de quienes pasen la primera parte, en foros, debates y presentación de proyectos. Tercer paso: encuestas y urnas para quienes se hayan apuntado.

La carretera política en construcción lleva mallas de contención para que no entren los del partido oficial a deshacer el pavimento o cavar baches, para que no puedan fuerzas ajenas al Frente Amplio desconectar o entorpecer la marcha democrática del proyecto.

Entendemos la complejidad de la obra. Xóchilt Gálvez, quien seguro arrancará en los primeros lugares, aconseja realizar votaciones modernas con los teléfonos inteligentes de quienes se registren, algo que es más eficiente y barato que colocar 300 urnas en el país. Esperemos que su sugerencia sea tomada en cuenta. Esperamos también que ella siga adelante sin importar el método.

Tres serán los seleccionados después de los debates y con encuestas en mano. Será una contienda seria y enriquecedora, ajena a las bardas, pintas y movilizaciones de acarreados que promueve el partido oficial con sus precandidatos.

Mientras eso sucede en la carrera presidencial, en Guanajuato vivimos con los usos y costumbres de otro partido oficial (el PAN), donde la cargada dirigida desde palacio designó digitalmente (con un dedo) a la sucesora del gobernador y a los sucesores de los alcaldes como en el caso de León. En una combinación esquizofrénica de valores diferenciados, de principios opuestos.

El contraste podría tener sorpresas desagradables para el partido oficial en el estado si la confianza y el olvido de la sociedad civil se hace notable durante las campañas. Si hay un error en León, el PAN estaría en el filo de la navaja en todo Guanajuato. Es una apreciación democrática sin partido.

 

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