Tanto Enrique de la Madrid como Xóchitl Gálvez apoyan la reconstrucción del aeropuerto en Texcoco. El mensaje es claro y significa la metáfora perfecta para decir que México no puede detenerse por capricho, que el mejor proyecto del país en un siglo será uno de los mejores negocios que puedan darse para el futuro.
Hace 5 años, López Obrador mató el NAICM (Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México). Era un proyecto hermoso y práctico. Una X que marcaba el Lago de Texcoco como el asiento de un HUB (centro de distribución) de tráfico aéreo para Norteamérica y todo el mundo.
Bajo un esquema ilegal y tramposo, el presidente electo hizo una consulta patito donde una mínima proporción del electorado fue inducida a votar en contra del proyecto. Todos quienes rodeaban a AMLO, le recomendaron no destruirlo: Poncho Romo, Carlos Slim, Carlos Urzúa y decenas de empresarios que comprendieron la barbaridad que se iba a cometer.
López Obrador dijo que había mucha corrupción y que el proyecto no servía. Hace pocas semanas, una de las corcholatas me dijo que el proyecto estaba mal por el suelo del lago. Le dije que todo ingeniero civil se sentía orgulloso del excelente diseño de mecánica de suelos, que se había calculado desde la UNAM con ayuda de expertos. (Después explicaré esa maravilla).
Además, cómo no poder construir un aeropuerto en el lecho de un lago seco cuando japoneses y chinos (de Hong Kong) habían plantado sendos hubs en mar abierto. Se que si llega a presidente -la corcholata más cuerda de Morena- también retomará el proyecto aunque ahora tiene que mentir.
Cosas de la vida. Xóchitl Gálvez podría usar esa enorme X diseñada por Norman Foster (el mejor arquitecto de aeropuertos del mundo) para darle vida al Plan X, ese que tiene en ascuas a la 4T. Sería la mayor X del país, el mejor ejemplo de que no nos quedaremos con las manos cruzadas para reconstruir lo destruido por un capricho populista.
El pretexto para la demolición era que había mucha corrupción en el proyecto. Falso, tanto que hasta la fecha no hay funcionarios o empresarios en la cárcel por esa presunta corrupción. Lo único que sabemos es que cercanos a Palacio vendieron el acero de primera con que se construía a precio de chatarra.
Claudia Sheinbaum dijo en campaña que el aeropuerto de Texcoco era un gran negocio. Claro que lo era, y lo sigue siendo como proyecto: es el mayor negocio en favor de 130 millones de socios. La candidata lo mencionó como el negocio sucio de unos cuantos. Lo dijo por agradar a ya sabes quién. Ella, mejor que nadie, conoce el desastre del aeropuerto Benito Juárez y el fracaso del aeropuerto Felipe Ángeles pues era la jefa de gobierno de la capital.
Muchos proyectos esperan ser retomados. Aerogeneradores, plantas solares e incluso mini centrales nucleares pueden recuperar la vida con la alternancia en el poder.
A estas alturas del sexenio, López Obrador pudo inaugurar la obra más trascendente de la historia nacional. La destruyó por pura vanidad, por puro rencor y, tal vez, envidia de que no fuera él quien lo promovió. Vaya usted a saber. Lo cierto es que queda claro el fracaso del AIFA porque costó 150 mil millones de pesos, produce pérdidas cada mes y pocos van porque no es un HUB.
Los ingenieros que apoyan a Xóchitl podrían crear, con inteligencia artificial, muchos videos de la gran X. El proyecto de Robert Foster, premiado como el mejor del mundo. La historia lo contará todo. No tardaremos mucho.