Si Xóchitl Gálvez fuera la pitcher del equipo del Frente Amplio de béisbol y el presidente López Obrador el bateador de la 4T, la cuenta en la pizarra sería de 2 strikes y cero bolas. 

El primer swing sin conectar la pelota fue la mentira del presidente que acusaba a la senadora de ir en contra de los apoyos sociales de su administración. 

Las consecuencias de esa mentira fueron el autodestape más celebrado en la historia del país. Con una solicitud de réplica que no aceptó Palacio, la jugadora se volteó la gorra y miró de frente al bateador. Le lanzó un amparo para entrar a la mañanera y el bateador gesticuló, dudó y dijo que no le va a hacer el caldo gordo a la pitcher. 

Ese primer strike quedó sellado con la presencia de Xóchitl a las puertas de la vivienda presidencial, donde nadie escuchó y nadie abrió la puerta. Momento definitorio del primer inning del juego. 

El segundo strike fue el de ayer, cuando el presidente volvió a mentir, a inventar una historia que le da un poder extraordinario a su odiado rival, Claudio X. González. Según lo dijo el mandatario, tiene orejas bien agudas escuchando todo lo que pasa en el dugout rival. 

Espía sus jugadas y “sabe” que la mano negra de Claudio maniobró para determinar que la hidalguense sea la candidata del Frente. Sin darse cuenta, confesaba que cometía el delito de espionaje político, ese que prometió nunca existiría en su sexenio porque “no somos como los de antes”. 

Xóchitl lanzó la segunda bola recta, como le gusta hacerlo desde que decidió presentarse a la contienda presidencial. En un mensaje corto, acusó a López Obrador de machista y de no reconocer a ninguna mujer, salvo a las que él escoge. Para finalizar su lanzamiento pidió respeto porque era a ella a quien le entregaría la banda presidencial. 

Xóchitl no sólo se ha convertido en el dolor de muelas, la piedra en el zapato y la migraña de la 4T. Por la atención que recibe en las redes sociales de parte de los  trolls de Morena, su juego apunta al judo más que al béisbol. Su estrategia de campaña, novedosa y económica, ayuda a que los 9 innings del juego sean un día de campo, un día de fiesta con sus risotadas festivas, con sus mensajes claros y directos. 

¿Qué bolas le lanzarán a la candidata en los próximos sesenta días en los que se definirá al candidato del Frente?  No lo sabemos, pero intuímos que las bateará con todo. Entre más rápidas, de nudillos o ensalivadas las bolas, mejor oportunidad para demostrar que conoce el juego, que lo aprendió rápido, y además, que no necesita un manager o un agente para practicarlo. 

El que se enoja pierde, dice el refrán popular. En Morena no salen de su enojo y menos entienden cómo responder al “fenómeno Xóchitl”. Están en la tribuna viendo cómo les roban la atención de otros espectadores. 

Los fanáticos de la 4T se toparon con una masa de jóvenes, mujeres y adversarios del número y el  tamaño que jamás imaginaron. Tan es así, que de su boca no ha salido ninguna propuesta, ningún proyecto, salvo invectivas, vulgares inventos, hasta llegar a decir la tontería de que Xóchitl no es pueblo. ¿Si no es ella, quién lo es? 

 

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