“Mi marido padece eyaculación prematura -le contó una señora a su vecina-. A lo más dura 9 segundos”. Acotó la vecina: “Quizá el problema está en ti”. Inquirió la señora: “¿Por qué lo dices?”. Replicó la otra. “Porque conmigo dura hasta 5 minutos”. (Nota. Comoquiera anda bajo. El novelista norteamericano Irving Wallace investigó al respecto y encontró que la duración promedio del acto es de 7 minutos, sin contar el foreplay). En la escuela dominical la maestra les preguntó a los niños: “¿Quién fue el padre de Abraham?”. El pequeño Joe arriesgó una respuesta: “¿Mr. Lincoln?”… Nuda y Corito pasaron un mes en un club nudista, e hicieron ahí buena amistad. Luego los dos volvieron a sus ocupaciones habituales. Una tarde se toparon en el centro comercial. “¡Hola, Nu!” -la saludó Corito alegremente. “Perdóname -se disculpó ella-. Así vestido no te reconocí”. Me desagradó profundamente que Claudia Sheinbaum llevara en una falda la imagen de la Virgen de Guadalupe. Mi disgusto no tiene motivo religioso, sino razón política. Esa acción me pareció el colmo de la demagogia, el extremo de la vulgaridad política. Desde luego no puedo decir que la señora es más papista que el Papa, pero sí que es más amloísta que AMLO. Copia sus modos populistas; acata sus consignas hasta llegar al servilismo; abdica de su voluntad y se presenta como mera continuadora de la persona del caudillo, que seguiría mandando a través de ella como instrumento dócil. Desde luego esto no es nada nuevo. Igual actuaban los aspirantes a suceder al Presidente en los tiempos de la dominación priista. Sólo que entonces se guardaban ciertas formas y se tomaban ciertas precauciones, pues el que se movía no salía en la foto. Ahora la señora Sheinbaum anda desbocada, dicho sea, en frase de su patrón, con el mayor respeto. Me pregunto de dónde está saliendo tanto dinero para costear la costosa propaganda que se hace la que parece favorita del monarca por su mayor grado de obsecuencia y sumisión. Me da grima abrir mis correos y encontrar cuatro o cinco de propaganda a esa corcholata. Horas de vida he malgastado en borrar desde hace meses, cada día, esa desmesurada publicidad que enfada y atosiga. Y es que la señora la necesita. Poco atractiva para los electores, sin carisma ni simpatía personal, requiere de una tramoya que la sostenga e impulse. Existen varias versiones para explicar la diferencia que hay entre miedo y pánico. Miedo es cuando tu esposa te dice que está embarazada; pánico cuando te lo dice tu secretaria. Miedo es la primera vez que no puedes la segunda vez; pánico es la segunda vez que no puedes la primera vez. Pues bien: si López Obrador ha sentido miedo por el ingreso de Xóchitl Gálvez a la carrera por la Presidencia, seguramente Claudia Sheinbaum sintió pánico. Xóchitl tiene todo lo que a ella le falta: origen popular, ingenio, gracia, naturalidad y ese don especial que se llama “ángel”. De ahí la importancia de que quienes se oponen a los designios de AMLO se unan en torno a esta atractiva figura, la de Xóchitl Gálvez, a fin de contrarrestar los dineros de que dispone la corcholata oficialista, y que seguramente continuarán fluyendo por los cuantiosos intereses económicos que están en el trasfondo de la lucha por la Presidencia. Por lo pronto esperemos que la señora Sheinbaum no vuelva a usar a la Guadalupana para favorecer sus intereses personales. Incluso en política la simulación debe tener límites… En el Bar Ahúnda un tipo le preguntó a su amigo, que bebía su copa silenciosamente: “¿Por qué estás tan triste?”. Contestó el interrogado, pesaroso: “Tu esposa no me comprende”. FIN.
Me desagradó que Sheinbaum llevara en una falda la imagen de la Virgen de Guadalupe
“Xóchitl tiene todo lo que a Sheinbaum: origen popular, ingenio, gracia, naturalidad y ese don especial que se llama ‘ángel’”, escribe Armando Fuentes en su columna.