En las escenas de la serie danesa “Borgen”, la candidata a primera ministra, Birgitte Nyborg Christensen, llega al trabajo en bicicleta, algo común en un país nórdico desarrollado. El programa presentado por Netflix muestra con bastante fidelidad lo que sería la lucha por el poder en la desarrollada nación a la que quiere imitar el presidente López Obrador.

Desde esa buena serie, vienen a la mente dos pasajes de la actual campaña presidencial en México. El primero es el registro de Xóchitl Gálvez, quien también llega en bicicleta a inscribirse como candidata del Frente Amplio por México.

El primer pasaje es sorpresa de esa imagen atípica que produce preocupación en quien la ve. Lo comentamos en familia y con amigos. Xóchitl puede ser arrollada por alguien a quien no le guste lo que dice o cómo lo dice. Ni siquiera es necesaria una orden de “arriba”. También puede sufrir un accidente. Transitar en la CDMX en bici es peligroso.

Otro pasaje que se difundió en redes fue la llegada de Claudia Sheinbaum al aeropuerto Benito Juárez. La candidata, acompañada por dos colaboradoras, camina por los pasillos para tomar un taxi. Quienes no la apoyan, hacen notar que nadie hace caso. Alguien anónimo graba con celular su recorrido. Parece cansada después de un largo día de campaña.

Lo podemos ver como un fracaso o como un logro. La persona que va al frente de las encuestas para la presidencia puede andar tranquilamente sin que nadie la moleste. Puede usar un vehículo sencillo y marcharse a casa a descansar. Detrás de la imagen hay algo más importante: también va desprotegida, es decir, puede sufrir una agresión o un atentado.

El clima político está crispado, muy crispado. Mucho más que en 1994 cuando un demente asesinó a Luis Donaldo Colosio en Tijuana. Un atentado que no registraba la historia desde el asesinato de Álvaro Obregón.

El tema de la seguridad de los contendientes se calienta. Joaquín López Dóriga, Beatriz Pagés, Raymundo Riva Palacio y Héctor Aguilar Camín, advierten el peligro en que está Xóchitl y lo que significa para el país. El presidente se enfada y los acusa de crear una conspiración que lo pueda culpar si algo inesperado sucede.

Lo cierto es que no es algo que surja de un conciliábulo con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, como lo afirma el presidente. La mayoría de los seguidores de Xóchitl tienen ese temor. Pero lo mismo debiera suceder con todos los candidatos, especialmente con las dos que van a la cabeza.

Antes el Estado Mayor Presidencial cuidaba al candidato oficial y también a los de la oposición. Eso pasa en todos los países, incluso en los más civilizados como Dinamarca. En Suecia mataron al Primer Ministro Olof Palme en los ochenta y en Estados Unidos mataron a John F. Kennedy y balearon a Ronald Reagan. En Japón asesinaron a Shinzo Abe justo hace un año y es el país más seguro del mundo.

Ni siquiera se necesita un fanático de cualquier bando; con un loco o un sicario de la delincuencia organizada el país puede caer en un caos. Toda la inteligencia, todos los agentes secretos, todos los recursos que podamos gastar en el cuidado de todos los candidatos, es muy barato comparado con un atentado. 

 

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