Después del agua y recipientes para contenerla, los guerrerenses necesitan dinero en las manos. Es el mecanismo inmediato para que puedan atraer los víveres y las mercancías que más necesitan y, sobre todo, permite que cada familia decida en qué gastarlo.
El puerto puede sobrevivir durante algunas semanas con la distribución de víveres y productos de limpieza; contribuye mucho la reposición de enseres, electrodomésticos y ropa. Pero resueltos los problemas primarios las familias van a necesitar efectivo.
De los 20 puntos de ayuda que propuso el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, el mejor es la entrega de 8 mil pesos a cada hogar y de 35 mil a 60 mil pesos para reparar su vivienda. El plan del secretario es lo más sensato que hemos escuchado a 8 días de la desgracia. Sin duda es el funcionario más competente de la administración.
También ayuda duplicar las ayudas tradicionales a adultos mayores y los programas sociales establecidos. Para que sea oportuno la banca tendrá que hacer un esfuerzo para poder distribuir pagos en efectivo.
Con dinero en mano, las familias decidirán cuál es el mejor uso para cada quien. Las prioridades no las marcará el Estado sino los individuos. Como Ramírez de la O es un hombre preparado y gran economista, sabe que además de dar electricidad, agua y provisiones, lo más importante es restaurar el mercado.
Cualquier plan que fuera de simple entrega y racionamiento de bienes, no reactivaría la economía de tiendas, servicios y comercio en general. Además del dinero en efectivo, el programa propone no cobrar electricidad, agua e impuestos. Sería imposible cobrar a quienes se quedaron sin nada. El erario federal, aunado a la participación del sector privado, ayudará a que Acapulco no se convierta en un pueblo fantasma.
Porque sin la ayuda necesaria, la gente comenzaría una emigración hacia otras ciudades. Los 61 mil millones del paquete de ayuda deberán llegar lo más rápido posible, sobre todo el dinero en efectivo. Para que funcione el mercado, los bancos tienen que reconstruir en días sus sucursales y dar circulación a lo que se invertirá.
La otra parte es la organización del proyecto, porque todo es un proyecto. Hay que poner un nombre al esfuerzo, alguna frase de aliento que dé esperanza a los habitantes que la han perdido. La secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, será la encargada de dirigir o coordinar a todas las dependencias, una enorme responsabilidad. Tendrá que rodearse de personas competentes porque la gobernadora de Guerrero solo será dama de compañía dada la ineptitud mostrada. Si la reconstrucción la vuelven negocio privado los de Morena, como lo hicieron con Segalmex, estarían en riesgo de perder la elección.
A todos nos va a costar la renovación de Acapulco y sus ciudades aledañas, pero no será mucho si lo comparamos con el gasto que tira el gobierno a diario en Pemex, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Durante el sexenio, Pemex perderá 20 veces el presupuesto inicial de 61 mil millones del rescate. El Tren Maya costará 8 tantos y la Refinería será 6 veces más cara que rescatar el puerto más hermoso del país, fuente inagotable de recursos y turismo.
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