Al principio del sexenio, Arturo Elías Ayub, un director brillante y con una gran habilidad negociadora, comentaba cuáles eran los límites de cualquier  empresario para enfrentar la realidad política del país.

Destiló una idea que no puede olvidarse porque describe el presidencialismo mexicano. Cuando todos los empresarios medianos y pequeños encendían su furia frente al nuevo Gobierno, Elías Ayub decía que “El Águila es el Águila”. La representación del presidente está en el Escudo Nacional.

En 2019 había muchas críticas a su suegro, el ingeniero Carlos Slim, el hombre más rico de Latinoamérica. ¿Por qué se doblaba frente al poder ante las barbaridades del Presidente como la destrucción del aeropuerto de Texcoco o la construcción de Dos Bocas? Mientras los denuestos subían, a muchos nos quedó claro que Slim se comportaba como un patriota, prudente y sensato, más allá de cualquier ambición personal.

Al no confrontar nunca en público al Presidente (tal vez ni en privado), gozaría de la cercanía de Palacio, sería siempre bienvenido y sus opiniones escuchadas. La amistad de Slim con AMLO viene desde que juntos transformaron el centro de la capital. Qué puede ser mejor que tener al lado de quien toma las decisiones a un hombre centrado, educado y conocedor de la realidad nacional.

Un rompimiento hubiera sido negativo para todos. Las empresas de Slim, con todo y sus trabajadores, sufrirían un embate desde el poder; las máquinas de generar valor del conglomerado dejarían de cumplir su misión. Una familia como la de Slim tiene el futuro económico garantizado por muchas generaciones. Así que el principal objetivo debe ser atender a empleados y accionistas. Además de seguir produciendo carretadas de impuestos para el erario. Slim, jamás  peleará con “El Águila”.

Eso mismo pensábamos de Ricardo Salinas Pliego. Cercano de cercanos a López Obrador. Al principio del sexenio, había apoyado  todo el viaje del candidato hasta la presidencia. Incluso su Banco Azteca parecía ser el principal beneficiario de la distribución de los dineros del “Bienestar”.

Si escuchamos los mensajes desde la mañanera presidencial para Salinas Pliego y la postura desde los medios del afectuosamente llamado “Tío Richie” en respuesta al Presidente, encontramos que en el fondo no quieren romper. A ninguno de los dos le conviene. Las herramientas que tiene un presidente para acosar y reventar a una empresa van más allá de lo que dice la ley. Un ajuste a las tarifas de los aeropuertos administrados por particulares, les hizo perder un tercio de su valor en un día. Son concesiones gubernamentales.

También lo son la banca y las televisoras, igual las telecomunicaciones y esos son los grandes negocios de Salinas Pliego. Un tope decretado a las tasas de interés que cobra su banco le costaría mucho más que los 25 mil millones de pesos que presuntamente tiene que pagar al fisco.

Pero “Tío Richie” no es ingenuo ni tonto. Está estirando el tema porque vienen las elecciones. El poder de su TV Azteca -aunque sólo tenga un tercio de la audiencia- puede dar entrada a la oposición, a escándalos de fin de sexenio y a información que seguramente tiene sobre las andanzas de los morenistas.

No habrá circo romano porque la mayoría de los mexicanos decidieron y deciden darle un poder omnímodo a quien nos gobierna. Lo veremos. 

 

**En el voto va el renacimiento o la desgracia de un país; ¡votemos!*

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