Con la decisión de Morena de enviar a Alma Alcaraz como candidata a la gubernatura, tendremos dos mujeres que nos gobernarán. Una en la presidencia de la República y otra en la gubernatura de Guanajuato. Un acontecimiento histórico que refleja el triunfo de la lucha por la igualdad de género en el país. 

Está claro que la primera presidenta del país podrá ser Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum  al quedar al frente de sus coaliciones. Ahora Libia García y Alma Alcaraz disputarán la gubernatura. 

Fuera de la pantomima de Samuel García de Movimiento Ciudadano no hay alguien que pueda disputar la presidencia, ni siquiera el malogrado Marcelo Ebrard. 

Aunque las edades y la filiación ideológica de las cuatro candidatas son distintas, hay algo en común: son mujeres de carácter, atributo indispensable para enfrentar lo que viene en el próximo sexenio. 

El cambio es radical si consideramos que venimos de un sistema patriarcal, machista y abusivo. Basta ver con qué naturalidad el presidente López Obrador besuquea a una seguidora sin que medie solicitud alguna, con la pena de que la fan no tuvo empacho en celebrar el hecho. O que en el sexenio de la izquierda, el gobierno cierre estancias infantiles, refugios para mujeres, escuelas de tiempo completo y deje de lado la lucha de las madres de desaparecidos en el país. 

Sabemos que sin la participación igualitaria seguiremos en el subdesarrollo. Roto el “techo de cristal”, con la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, tendremos dos poderes en manos de mujeres. 

El género no da la garantía de buen o mal gobierno. Algunos ejemplos: la mujer más admirada y controvertida de finales del Siglo XX fue Margaret Thatcher, quien, con su mano de hierro, sacó al Reino Unido de la parálisis y el derrotismo. Otro ejemplo de firmeza y sabiduría fue Ángela Merkel. La alemana nacida bajo el comunismo y educada en las ciencias, fue el mejor fruto de la unificación de Alemania y la muestra de que, bajo la libertad, los comunistas del Este (convertidos en capitalistas) prosperaron para igualarse a sus hermanos del Oeste.

En el fracaso, la corrupción y el populismo está Cristina Kirchner de Argentina. Mujer que heredó de su marido Néstor el poder. Ladrona, manipuladora y falsa, Kirchner mandaba desde la vicepresidencia de ese país con nefastos resultados: inflación, pobreza creciente y un sistema económico roto cuya única salida está en la ruptura total con el peronismo populista al que representa. 

En nuestro país y en los estados, sin embargo, sigue el machismo a flor de piel. Una muestra es la candidatura fallida de un presunto violador como Félix Salgado Macedonio, quien, al no poder competir por no reportar gastos de precampaña, pasó el “bastón de mando” a su hija Evelyn Salgado, una muchacha sin la menor competencia para liderar a Guerrero. Qué decir de la alcaldesa de Acapulco, Avelina López, quien es poco menos que un cero a la izquierda. De las gobernantes que evocamos con grato recuerdo son dos priistas, Beatriz Paredes en Tlaxcala y Dulce María Sauri en Yucatán. Mujeres sabias, prudentes y de carácter. 

La puerta queda abierta de par en par. Rotos los límites, podremos ver la participación y el entusiasmo de mujeres que pensaban imposible lo que hoy vivimos. Nuestras generaciones tuvieron la fortuna de vivir esta transformación incipiente. Solo quedará completa cuando la igualdad llegue a las escuelas, los empleos y responsabilidades igualitarias en el hogar.  

Los países de mayor avance social son los nórdicos, quienes llevan años de lucha igualitaria de género. Su bienestar es el mayor fruto. 

 

**Igualitos, mujeres y hombres debemos votar. Que nadie falte**

 

Gsz

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