El peligro es real, la industria del calzado entra en una espiral descendente. Lo que nunca imaginamos fue que al final del sexenio vendría un segundo golpe, uno que pudiera ser más grave que la propia pandemia.  

Un dólar a $17.25 pone contra la pared a los productores locales. Un peso fuerte y un Yuan débil a 7.13 por dólar, hace que la invasión de zapato oriental se convierta en un tsunami. 

Si a esto sumamos la complejidad de un mercado que acaparan los grandes detallistas, en unos meses podríamos tener un problema serio de desempleo. 

Miembros de la Cámara del Calzado nos comentaron que la industria llegó a su cúspide en 2017, cuando se produjeron 270 millones de pares. Vino la pandemia y se contrajo en 2020 hasta llegar a unos 203 millones el año pasado. Este 2023 será aún más baja la fabricación.  Y si el arancel esperado no llega a principios de año, la producción bajaría a 150 millones de pares. 

León, la ciudad más panista del país, ha sido olvidada y hasta maltratada por los gobernantes del País partido (recordemos el agua). Por eso llegó a ser la ciudad de mayor pobreza urbana. 

A estas alturas de la alternancia nuestra ciudad pudo tener agua, electricidad y parques industriales diversificados. Todavía hay unos 90 mil trabajadores que dependen de la cadena cuero calzado. Un 20 % de la economía depende de su valor. 

Si perdemos un tercio de la producción local porque no tenemos las condiciones para competir con Vietnam, por ejemplo, no habrá tiempo para cambiar a otras industrias. 

Ninguna mentefactura puede absorber a los trabajadores de la piel y el calzado. 

Sabemos que los agremiados a la Cámara están muy preocupados. Apenas hace unos meses el problema (uno que es bueno), era la falta de trabajadores capacitados. Ahora los recortes de personal pueden venir en el corto plazo. 

El problema es de gran urgencia. Empresarios y gobierno deben poner el tema sobre la mesa. Deben discutirlo para buscar la mejor forma de enfrentarlo. 

Durante la pandemia no hubo apoyo federal y los recursos del estado llegaron, pero fueron limitados. Nuestra zona conurbada con San Francisco y Purísima necesita un plan para atraer inversión y asegurar que no haya más sufrimiento laboral. Y que no la amenacen grupúsculos de interés tratando de contener su indispensable crecimiento (ese es otro tema urgente, vital para el futuro de la ciudad). 

Ante la adversidad lo único que no podemos hacer es perder la confianza en nuestras capacidades. Bien dice nuestro lema “El trabajo todo lo vence”. Pero necesitamos líderes empresariales y gobernantes que no se amilanen ni olviden su responsabilidad.  

¿Qué hacer?  Por lo pronto reconocer el problema en su justa dimensión. Hacer reuniones permanentes entre empresarios, entre gobierno y empresarios. 

Luego hacer un acto de contrición por todo el daño que ha traído la pésima planeación de la estructura urbana. No es posible que Querétaro tenga más de 40 parques industriales y León sólo 3 o cuatro de verse. 

No es posible que los trabajadores tengan que trasladarse dos horas para llegar a su trabajo. No es posible que digan que el Puerto Interior (un gran proyecto) sea parte de León, como algunos demagogos afirman. Hay mucha tarea por hacer. 

 

**Vota porque el voto todo lo vence**

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