Antes de que termine el año podemos -debemos- hacer un recuento de las principales enseñanzas del 2023. Es bueno reflexionar sobre el ámbito personal y nuestra realidad o “circunstancia”, como sugiere José Ortega y Gasset.
Varias sorpresas marcaron a México. Una de las mejores fue el ascenso de la mujer en la vida política con dos candidatas a la presidencia. El arribo de Xóchil Gálvez fue también una gran sorpresa después de que la oposición estuviera en la lona. El hecho se repitió en Guanajuato, con dos candidatas.
En Latinoamérica hubo sorpresas. La derecha ganó en Ecuador con el candidato Daniel Noboa y en Argentina sucedió lo que parecía imposible, el adiós al populismo peronista. Javier Milei resultó un huracán imbatible por sus ideas radicales de cambio. Parte del éxito fue su elocuencia y conocimientos económicos; parte fue el miedo al estallido hiperinflacionario de los electores.
En lo económico la fortaleza del peso era algo inimaginable cuando inició el sexenio. El espanto del populismo de Morena llevó a muchos ahorradores a exportar sus capitales al extranjero en dólares o euros. En una casa de apuestas, haber pronosticado un dólar interbancario por debajo de los 17 pesos, hubiera parecido un sueño de opio o de mariguana, por lo menos.
Lo peor del año en Guanajuato y el País fue la ola de violencia. Decir que hay un “leve” descenso de los homicidios no es un triunfo para la federación ni para el estado. La guerra en que se disputan territorios causa la mortandad más grande desde la Revolución o la Guerra Cristera.
La sorpresa más dura y desagradable para el mundo fue la guerra en Medio Oriente. Del brutal ataque de Hamas a Israel, siguió una carnicería en Gaza, donde la humanidad quedó convertida en polvo por la barbarie y sed de venganza de ambos bandos. Este enfrentamiento opacó la narrativa diaria de la guerra en Ucrania, aunque en ese país han fallecido 400 mil soldados. En años anteriores a la pandemia soñábamos con prosperidad y paz. Avanzamos como nunca en tecnología pero poco en civilización.
Si de tecnología hablamos, para la mayoría de la población el arribo de la Inteligencia Artificial fue una inmensa sorpresa. Conversar y trabajar al lado de una máquina que parece un humano o un colega era un tema de ciencia ficción. Hoy las plataformas, conversan, instruyen, informan y resuelven problemas que convertirán al mundo en un lugar distinto en poco tiempo. Nadie puede cerrar el paso al invento a pesar de los riesgos inherentes de tanto poder en manos de cualquier persona.
De las sorpresas pasamos al aprendizaje. Nunca imaginamos que podríamos aprender tanto y tan rápido. Va una explicación: el internet y sus plataformas nos abrieron de puerta en puerta todo el conocimiento -o casi todo- en videos de conferencias, en empresas que enseñan idiomas a millones al mismo tiempo y en todas partes; supimos que podemos aprender jugando, conversando o escuchando desde la oferta de cientos de miles de conferencias en Youtube, desde cómo cocinar un pato hasta cómo entender matemáticas avanzadas. Aunque eso no garantiza la salida de la “cueva” de la ignorancia para mayorías embelesadas por la retórica del populismo. Y no me refiero sólo a México, sino al país más poderoso del mundo que tiene una “guerra civil” con el engendro llamado Donald Trump, adversario de la democracia y la ley.
Por naturaleza y conveniencia, para fortalecer nuestra ilusión de vivir, tenemos que ser optimistas. Esperar que en el 2024 regrese la paz en Europa y en Medio Oriente; que en México tengamos elecciones libres, sin la intervención del gobierno en favor del oficialismo, sin la presión de grupos criminales y sin ningún temor de que el resultado pueda ser manipulado.
**Votemos para que 2024 sea el mejor año posible**