Hay una clara venganza política contra Guanajuato en el tema del agua y vamos a sentirla más en el tiempo de secas que se avecina. Mientras en Monterrey, Querétaro y La Laguna se construyen obras de gran infraestructura para dotarlos, a Guanajuato se le arrebata el caudal de la presa del Zapotillo.

Para surtir la Zona Metropolitana de Monterrey se invierten más de 15 mil millones de pesos en traer más agua de la presa de El Cuchillo. La sequía en Nuevo León estuvo a punto de crear un problema social de grandes dimensiones. El gobernador Samuel García comprendió el tamaño de lo que se venía y se puso manos a la obra.

A pesar del enorme endeudamiento de su estado -unos 90 mil millones-, García obtuvo recursos de donde pudo y se ganó la voluntad del presidente López Obrador para que lo apoyara. El “fosfórico” gobernante puede ser todo lo antipático que se quiera pero es eficaz. La Federación también debió comprender que sería un desastre político dejar secos a 5 millones de habitantes en la zona de mayor productividad del país.

La CDMX comienza a tandear porque su abasto no es suficiente. La sequía no entiende de política ni perdona la mala planeación hidráulica. Durante años el precio del agua en la capital y el Estado de México que la rodea, tuvo un precio de regalo por razones políticas. Los sistemas de agua potable no hicieron grandes inversiones para traer agua de donde fuera. El Cutzamala aporta 15.3 m3 por segundo al consumo de la CDMX pero no da para más. Cualquier desperfecto en el bombeo deja cientos de colonias sin agua.

Como todo en la vida (o en los mercados), la escasez tiene forma de resolverse con los precios. El valor de los servicios lo comprendemos hasta que faltan. Un día sin electricidad, agua o transporte, trastoca nuestra vida cotidiana. Estamos tan acostumbrados a abrir la llave o encender la luz y los aparatos electrodomésticos que damos por hecho su permanencia.

La sequía obliga a cambios de valoración. Llama la atención una buena producción de un video que circula en redes con la presa de El Palote seca. La toma cercana de los terrones de la presa dicen todo. No podemos ver el subsuelo y sus acuíferos, si pudiéramos hacerlo,  también notaríamos su abatimiento.

La resiliencia de nuestra región siempre será mayor que la escasez pero tenemos que adelantarnos. La hora de responder ante el abandono federal puede llegar en las urnas. Por un lado se reparten ayudas electorales en masa y por otro nos dejan a solas con el paquete de la sequía. Con una fracción de lo invertido en el Tren Maya o en Dos Bocas, tendríamos suficiente para construir la infraestructura necesaria para traer agua de donde la hay, de la presa de Solís, algo de la Gavia o desde la huasteca, como lo proponía Juan Ignacio Torres Landa.

Cualquier precio que paguemos no se compara con la desgracia de la sequía en tinacos de casas y fábricas. A corto plazo lo que vemos es la compra de pozos agrícolas y sus derechos a los agricultores de la zona, pero esa es solo una solución temporal.

A largo plazo la solución es política más que técnica, hay que lograr un acuerdo con la Federación para que las venganzas no sean lo que determinen nuestro futuro hídrico. 

**Si no votas, tu mano se seca**

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