“Cuba: la gasolina se dispara un 400%, en medio de apagones y escasez de leche y pan”.
24 France
En Cuba acaban de subir el precio de la gasolina más de un 400%. Llenar el tanque costará unos 44 dólares, un poco más que el salario mensual promedio de 35 dólares. El país comunista tiene que jugar a las leyes del mercado si no quiere hundir más su empobrecida isla. Todo subirá.
En Singapur la riqueza llega a extremos increíbles. Una familiar del magnate de la empresa china Alibaba, Jack Ma, acaba de comprar tres casas tiendas o “shophouses” por 37 millones de dólares. Las casas tiendas son esas donde abajo está el comercio y en el segundo y tercer piso la vivienda. Pero no se crea que esas casas son enormes, el conjunto tiene 945 m2 de construcción; son joyas de la época colonial que Singapur rescató en impecables calles céntricas del barrio chino.
Este año Singapur y Cuba celebrarán 65 años de “independencia”; Cuba presuntamente se liberó del yugo del imperialismo yanqui y Singapur celebró un acuerdo con la Corona Británica terminando la colonia. A los pocos años Cuba siguió el modelo del comunismo marxista, apoyado por la extinta Unión Soviética.
Singapur entregó su esfuerzo a construir un país capitalista independiente apoyado por Estados Unidos y la propia Inglaterra. Cuba se cerró al mundo, expropió -sin pagar- la industria, el comercio, los hoteles y todos los bienes de los extranjeros, desde Bacardí, hasta el Habana Hilton, pasando por los ingenios azucareros y sus fincas productoras de caña. De ahí viene el embargo norteamericano.
Singapur se deshizo de los movimientos subversivos y despachó a los comunistas radicales, a otros los encerró durante años para evitar rebeliones y conflictos raciales. Cuba asesinó a muchos de sus opositores y también encerró a quienes se opusieron al cambio.
Los dos países son islas de clima tropical, aunque en Cuba caben 150 países del tamaño de Singapur. Cuba tiene 11 millones de habitantes (han huido 400 mil desde la pandemia) y Singapur tiene 5.7 millones. Su problema es que muchos ricos chinos, europeos y asiáticos quieren vivir ahí pero cada día es más caro. El gobierno tiene que producir viviendas como nunca y además jugar con los impuestos, las tasas de interés y las reglas inmobiliarias para que a los ricos que llegan les cueste más vivir ahí, sin destruir el mercado de vivienda media para los locales.
En La Habana, en su bulevar más hermoso que es el malecón costero, viejas mansiones se caen a pedazos, apuntaladas por polines, cercadas para evitar accidentes; sus piedras hablan horrores del descuido y abandono. En su “Quinta Avenida” el pavimento está roto y las raíces de los árboles destruyen las banquetas. Habaneros, como ángeles perdidos, esperan por horas que la “guagua” vieja llegue por ellos.
En Singapur hay un metro impecable, tal vez el más eficiente del mundo. Antes de que termine la década tendrán una estación a 10 minutos a pie de cualquier centro habitacional de la isla.
En los dos países hubo mano dura de dos líderes: Fidel Castro, quien nunca cambió, quien presumía que su economía iba a estar mejor que la de Estados Unidos (igual que aquí nos prometen que tendremos un mejor sistema de salud que Dinamarca).
Lee Kuan Yew, el abogado de Cambridge graduado con honores, diseñó un modelo de economía abierta, inversión local y extranjera; libertades individuales y cierta flexibilidad democrática. Un lugar donde no hay impunidad, donde la ley es la ley y quien la hace la paga.
Dos destinos dignos de narrar y comparar. (Continuará)
**Aunque no guste, la elección es un mercado de voluntades**