Juan José Torres Landa lo tenía claro cuando asumió la gubernatura hace 63 años: los hijos no deberían acercarse al poder. Por eso les dijo: si quieren hacer negocios, tienen todos los estados del país menos Guanajuato. Era un hombre sabio. Los hijos mayores trabajaron como abogados y los menores como desarrolladores en Querétaro y en el Distrito Federal.

Para que los hijos no se colaran, Torres Landa lo aclaró con sus funcionarios para que no hubiera duda. Desde el inicio tenía contemplado transformar Guanajuato con la mayor obra pública de la historia, por eso era importante mantener a los hijos lejos de la tentación de hacer negocios.

Para Carlos Salinas de Gortari no fueron problema sus hijos que aún eran adolescentes cuando gobernó, sin embargo los negocios de su hermano Raúl marcaron su sexenio. A la mitad, gente de Monterrey comentaba que el “hermano incómodo” estaba desatado. Hacía  negocios seriales al amparo del poder de su hermano y con el dinero de la cuenta secreta de la que disponía a sus anchas el presidente. Lo bautizaron Mr. Ten Percent.

Ernesto Zedillo, el presidente más decente que ha tenido este país, localizó cuentas de Raúl por 108 millones de dólares en Suiza, disfrazadas con pasaportes falsos. Todo para encubrir el botín. Raúl dijo que era una aportación del magnate Carlos Peralta y otros empresarios para “hacer negocios”. Al tiempo lo metieron a la cárcel como responsable del asesinato de su cuñado Francisco Ruiz Massieu. Carlos Salinas se exilió en Irlanda, donde no teníamos tratado de extradición, por miedo de que también a él lo persiguieran.

Vicente Fox tuvo un gran fracaso por la fama que cosecharon los hijos de Martha Sahagún. Los hermanos Bribiesca se soltaron el pelo. Un solo hecho marcó el auge de la familia Bribiesca. En Celaya rodó el tema de que habían comprado un jet. La riqueza súbita permitió que adquirieran un viejo Learjet 35 con 800 mil dólares.

Fue una tragedia la oportunidad perdida de no luchar contra la impunidad, no solo para Fox, sino para todos quienes votaron por la alternancia, confiados en un cambio fundamental en la función pública. Eso impidió que los famosos “peces gordos” cayeran. La alternancia sirvió para que todo siguiera igual*.

A Felipe Calderón no se le conoció familia en los negocios. El expresidente tampoco era conocido por una ambición económica desmedida. Sin embargo permitió el saqueo generalizado en los estados y en las áreas de seguridad pública. En Guanajuato, después del gobierno decente de Juan Carlos Romero Hicks, comenzó la época de bonanza económica para los gobernadores. A Felipe Calderón nunca le importó. Panistas, priistas y perredistas en el poder robaban a manos llenas. Nunca hubo una verdadera voluntad de disminuir la impunidad. Los negocios en el gobierno siguieron como siempre, los peces gordos engordaron más y los monopolios permanecieron con enormes rentas por sus privilegios. La llamada Estela de Luz sigue como un monumento a la corrupción.

El regreso del PRI al poder fue otra tragedia. Enrique Peña Nieto, heredero de la más refinada cleptocracia del Estado de México, sobrino y funcionario de Arturo Montiel, pensó que era lo mismo Los Pinos que Atlacomulco. Desde el principio de su sexenio sabíamos que las mejores obras iban para su empresario de cabecera y socio, Armando Hinojosa, quien le construyó su “casa blanca” y el hangar presidencial de 80 millones de dólares, entre otras muchas cosas. (Continuará)

 

*Como dijera Lampedusa.

 

**Vota para que las cosas cambien de verdad**

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