Un vaso de agua y un debate no se le niega a nadie, al menos cuando hay una campaña que puede ser más cerrada de lo que se espera. Alma Alcaraz, candidata de Morena a la gubernatura, perdió por default el primer debate.

La sinaloense, avecindada desde hace tiempo en Guanajuato, perdió una oportunidad extraordinaria para difundir las fallas del PAN en la entidad. Ella viene de ese partido, pero encontró nido en Morena. Como diputada, en el Congreso del Estado, fue la más perspicaz y preparada de la oposición. Entiende de números, de políticas públicas y conoce de primera mano dónde cojea el gobierno.

A pocas horas de celebrarse el debate, Alma avienta la toalla y acusa a los empresarios de la Coparmex de estar aliados con el Gobierno para favorecer a Libia García. 

Es cierto que las simpatías del sector empresarial no son por Morena, pero eso no quiere decir que el debate fuera una trampa. 

Alma pudo decir muchas cosas irrefutables frente a la audiencia, pudo desvelar temas que son graves: seguridad, opacidad, corrupción y clientelismo. Algo en lo que se parece mucho a lo que sucede con el gobierno de López Obrador en lo nacional. Desperdició la oportunidad, porque a un buen debatiente no le importa que haya condiciones adversas ni que le quieran hacer un examen. 

Es fácil esquivar los temas que son intrascendentes en un momento de violencia en el que fue asesinada su compañera de partido y candidata a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán. Al ausentarse del debate, Morena envía un mensaje equivocado al sector empresarial y a los leoneses: “no confiamos en ustedes”.

No sabemos quién asesora a Alma. Guanajuato es uno de los estados más panistas del país. Las probabilidades que tiene la candidata son menores a las de Libia García (según mi apreciación subjetiva), así que para avanzar tiene que estar aquí y en todas partes. Alma no nació en el estado (eso no impide que aspire a la gubernatura) y es menos conocida. Aunque su campaña tiene recursos y presencia, no hay comparación con los recursos que el PAN-gobierno utiliza para apoyar a su candidata.

En mucho, lo que sucede en Guanajuato es parecido a lo que ocurre a nivel nacional. Tenemos una elección donde el Gobierno del Estado enfoca las baterías a las ayudas sociales. Tarjetas con dinero para las mujeres mientras dura la campaña; fiestones con grandes grupos en las ferias de León e Irapuato. Mochilas para estudiantes y todo apoyo que apalanque a la candidata “oficial”.

No se compara el gasto con el de la federación pero al menos los candidatos del PAN no se sienten descobijados frente al alud de intervenciones de Morena en las campañas. Los llamados “siervos de la Nación” son los emisarios del presidente, cuya presencia en las comunidades, sirve como pancarta de recordatorio que dice: “el presidente dio la ayuda a los adultos mayores y a los jóvenes con becas”. 

La elección presidencial sería una de Estado, desde la intromisión del presidente López Obrador en la mañanera, hasta los recursos casi infinitos para la campaña de Claudia Sheinbaum. La elección local será una de “estadito”, porque no son comparables los apoyos económicos de la federación a los del estado. La relación puede ser de 10 o 20 pesos federales por uno del estado. 

 

**Vota aunque no te den nada**

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