El pacto social es, en muchos sentidos, la esencia de la historia de Singapur; se trata de quiénes somos y el tipo de sociedad que queremos ser, un lugar donde haya oportunidades para que todos sobresalgan, prosperen y maximicen su potencial y sean la mejor versión posible de sí mismos”.
Lawrence Wong
Nuevo Primer Ministro de Singapur
A tres meses de cumplir 60 años como nación independiente, Singapur hace el relevo de lo que será la cuarta generación (4G) de gobernantes. Lee Hsien Loong, el hijo del forjador de ese país, Lee Kuan Yew, cede el puesto después de 20 años de gobierno. Los dos pertenecen a un mismo partido, el PAP (Partido de Acción Popular), responsable del enorme crecimiento y desarrollo de la pequeña isla de 6 millones de habitantes.
Wong es un tecnócrata que no proviene de las familias tradicionales, es un hombre de 51 años, forjado en los retos más disímiles. Antes de tomar el cargo fue ministro de Finanzas y coordinador de la lucha contra el COVID 19 durante la epidemia. Sus resultados fueron notables. Sólo 1,444 personas habían muerto por la enfermedad hasta mediados del 2022. Unos 25 fallecimientos por cada 100 mil habitantes. En México tuvimos unos 750 mil fallecimientos, el equivalente a 590 fallecimientos por cada 100 mil habitantes. La eficacia de Wong y sus colegas fue, por lo menos, 23 veces superior a la de Hugo López-Gatell.
El nuevo gobernante llega cuando el PIB por habitante es de 88 mil dólares (8 veces el nuestro) el más alto de Asia y sólo comparable con el de Suiza y Noruega. Como dice Wong, las oportunidades y la excelencia maximizan el potencial. Hoy Singapur tiene la mejor educación del mundo, el servicio de salud más económico comparado con la gran calidad. Ese país sí está al nivel de Dinamarca.
Es un país ciertamente autoritario o de dura ley para todos quienes delinquen. Si matas, te ahorcan; si traficas más de 15 gramos de droga dura, te ahorcan; si violas te dan 24 años de cárcel y muchos azotes. Son duros en lo penal pero suaves en lo social. El 92 % de los ciudadanos tienen casa propia y, a pesar de importar todo lo que consumen, cuentan con reservas que son cinco veces más grandes que las de México. La pobreza es prácticamente inexistente.
Escuchar a Wong y a su antecesor, Lee Hsien Loong, es comprender por qué la preparación y el patriotismo da frutos increíbles en una sociedad bien organizada y bajo el imperio de la ley. En Guanajuato, que tiene una población semejante de 6 millones, en un solo día hay más homicidios que en todo un año en Singapur.
El país es seguro, limpio, ecológico y ejemplo mundial de buen urbanismo. Sus universidades son las mejores de Asia y sus estudiantes están al frente en las pruebas PISA. La ventaja de los tecnócratas ilustrados es que pueden enfrentar los problemas con pragmatismo. Dar soluciones a lo que venga, ya sea la escasez de agua, la pandemia o las tensiones entre ciudadanos de diferentes razas y creencias. Durante 60 años trabajaron para construir una identidad nacional, un sentimiento de orgullo y amor a la patria. El servicio militar es obligatorio, no tanto para formar soldados sino para integrar a todos los jóvenes en un suelo común.
Hay problemas complejos por resolver. Mientras la mayoría educada y liberal propone la apertura a los derechos a las comunidades LGTB, la población musulmana, que representa el 15%, tiene razones religiosas para oponerse. Al menos avanzan con la despenalización de las relaciones entre personas del mismo sexo.
En México tenemos que volver a un gran pacto nacional. Uno que devuelva la unidad y la paz. Nadie lo duda, salvo el inquilino de Palacio Nacional que pelea con quien puede todos los días.
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