Después de dos años regreso al AIFA o Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Surgen ideas y sentimientos sobre el primer capricho del presidente Lopez Obrador.
El aeropuerto tiene una construcción impecable en su infraestructura aeroportuaria, en su terminal iluminada y funcional. Hay más viajeros pero no tantos. Lo noto en los mostradores de las líneas aéreas que finalmente decidieron abrir vuelos aquí: Viva, Aeroméxico, Volaris y Mexicana tienen múltiples destinos a precios de ganga. El pasaje a Guadalajara vale $599, a Acapulco $899. Precios imposibles para otros aeropuertos porque aquí la Tarifa de Uso del Aeropuerto lleva subsidio, al igual que la propia aerolínea administrada por el Ejército.
Un taxista comenta que a pesar de que Mexicana es la más barata, no es la que cuenta con más pasajeros. Viva es la que más se defiende. Aeroméxico casi fue forzada a venir porque desde el principio sus ejecutivos decían que significaba un gasto doble, cuando en el AICM o Benito Juárez tiene el 90% de su operación.
La terminal del AIFA es pequeña, tiene menos salas de abordaje que los aeropuertos de Monterrey y Guadalajara, una décima parte del Benito Juárez y, sobre todo, está lejos de la CDMX. En horas de trabajo, cuando no hay tráfico los viajeros pueden llegar a casa o trabajo en una hora. En horas pico es imposible lograrlo en menos de 2 horas y media.
Como el presidente ordenó que la carga aérea saliera del antiguo aeropuerto, aquí llega todo y eso le da un mayor uso. Según el taxista que me llevó de un lado a otro del aeropuerto (15 minutos de trayecto y 250 pesos de costo), todavía tienen la ocurrencia de desviar vuelos del Benito Juárez sin dar explicación alguna. Por la fuerza redujeron la capacidad del AICM para alimentar esta pequeña terminal.
A López Obrador le dijeron Carlos Urzúa, Poncho Romo, Carlos Slim, Javier Jiménez Espriú y todos los empresarios que no era una buena idea destruir Texcoco, que sería un gran daño tirar lo que ya estaba construido y un agujero para las finanzas públicas. Todos lo dijimos, pero él, en su infinita soberbia, quiso fastidiarlo. El presidente se inventó una consulta de broma para querer justificar su decisión.
El pretexto también fue la “gran corrupción” en Texcoco. A la fecha no hay siquiera un dato que sustente su afirmación. Nadie ha sido indiciado ni juzgado.
Vale imaginar lo que hubiera sido este aeropuerto en el Bajío, Guadalajara o Monterrey, acompañando al enorme y mágico proyecto de Texcoco. Un hub con más de 100 puertas, con 70 millones de pasajeros, con la mejor arquitectura y tecnología. Sería la mejor llegada a Latinoamérica.
AMLO quiso poco para México. Lo peor, la mayoría de sus colaboradores callaron, mintieron y alabaron su barbarie. El golpe fue seco para la aviación nacional y la hacienda pública. Se tiraron 350 mil millones de pesos a la basura. Dinero suficiente para construir tres AIFAS en el país.
Este fue el sexenio de un solo hombre. Las consecuencias se ven y se verán en pocos meses. En nosotros está que nunca más nuestro México sea el patio de los caprichos de una mujer o un hombre impreparado, inmaduro y soberbio. De verdad que de nosotros depende.
**Tu voto nunca será un trámite si quieres a México**