Después de escuchar a Altagracia Gómez Sierra, la asesora de Claudia Sheinbaum para temas económicos, queda claro que el sexenio que viene será muy distinto al actual. Primero fue escuchar la entrevista que le dio a Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula y luego regresar el reloj a una charla larga con el Oso Trava hace más de un año.
Con Trava, la presidenta del grupo empresarial Minsa da cátedra sobre temas empresariales, liderazgo, desarrollo personal y visión de futuro nacional. Las dos entrevistas son imperdibles para cualquier joven empresario. López Dóriga, quien es un detractor del régimen del presidente López Obrador, quedó impresionado, al igual que su audiencia. En casa surgió la recomendación: “tienes que escucharla”.
Comenzaré por el final: me dio la impresión de que Altagracia tiene la dimensión de una estadista, no sólo de una líder empresarial sobresaliente. Todos los temas del futuro económico y político los trata con una sencillez y claridad que cualquiera los puede entender. Seguro Sheinbaum vio en ella justo lo que necesitaba para planear el futuro del país, de hacer un diseño de largo plazo que trascienda su mandato. Cero fobias, cero radicalismo.
Urgió a que aprovechemos la relocalización industrial -de la que tanto habló Xóchitl Gálvez-, la importancia de estar en el bloque económico más grande del mundo y la necesidad de una “prosperidad compartida”. Sabe que sin crecimiento en la inversión eléctrica de parte del gobierno y los particulares, perdemos la oportunidad del siglo; que puede ser algo más grande que la riqueza que nos dio el yacimiento petrolífero de Cantarell.
Explica la necesidad de que Pemex se modernice y justifique el costo de extraer cada barril de petróleo y que explote el potencial que se tiene. Asegura que habrá una administración (gestión gubernamental) eficiente y tendremos una ventanilla única para inversionistas. Jamás escuchamos de un “segundo piso” a la 4T ni la menor imprecisión política a pesar de que López Dóriga apretó duro sobre la pésima gestión del presente.
Todos los temas los aborda como la buena capitalista que es, pero con un claro sentido de responsabilidad política y social. Sabe lo que implica el peso de cada palabra y distingue los temas sensibles de la política como la deuda pública generada este año. Si habla con libertad sobre un proyecto racional e incluyente, de diálogo con todos los sectores, el país podrá volver a la unidad. Atrás quedarán los días oscuros de encono, la amargura, el odio y los insultos de AMLO.
Altagracia, además de dirigir el grupo empresarial, es consejera de Citibanamex y de muchas otras empresas, es respetada y admirada por su precocidad (comenzó a integrarse a su empresa familiar a los 13 años más por curiosidad intelectual que por necesidad). Su prestigio ayudará mucho a la candidata ganadora cuando hay nerviosismo en los mercados y dudas de si continuará la destrucción de instituciones y un gobierno de ocurrencias.
A todos nos conviene que regrese la armonía, como lo dijo Claudia en su primer discurso; a todos nos conviene que no haya cambios abruptos en el Poder Judicial ni en la autonomía del INE, el INAI y otras dependencias indispensables para que crezca nuestra democracia y no se encoja. Es indispensable para esa relocalización, para la nueva inversión nacional y extranjera y el T-MEC que no se destruya el derecho de amparo de los ciudadanos y las empresas.
Si los funcionarios y asesores en el siguiente sexenio son del calibre de Altagracia, la nueva presidenta generará confianza y esperanza, incluso entre quienes hoy son sus detractores.