Según los noticieros de televisión norteamericanos, la bala que pegó en la oreja del candidato Donald Trump no fue de lleno porque un instante antes volteó a ver una gráfica a su espalda. Trump quería mostrar a sus seguidores las condiciones de migración en Estados Unidos, su argumento más fuerte para llegar a la Casa Blanca.
El destino es incierto por donde quiera que lo veamos. Pareciera una paradoja que voltear a ver al número de inmigrantes le habría salvado la vida. Si hubiese seguido con su discurso sin girar la cabeza, la historia mundial habría cambiado. ¿Qué hubiera pasado si el atentado cobrara la vida del candidato?, fue la pregunta interna de muchos mexicanos. Cada quien puede hacer sus conjeturas.
El hecho es que Trump, quien tiene siete vidas frente a la justicia norteamericana, ahora cuenta con un impulso extra después del atentado. Con la oreja ensangrentada, con el gesto de asombro y coraje, el candidato tuvo la intuición política de aprovechar el evento para gritar con el puño en alto ¡USA!, ¡USA!, ante un público azorado pero igualmente enardecido por el crimen que quisieron perpetrar en contra de su líder.
Más paradojas de la vida, si el atentado eleva las preferencias electorales de Trump y elimina la posibilidad de que haya más sentencias en su contra por sus delitos anteriores, quien tendrá que salir de la contienda es el presidente Joe Biden. Si eran 10 puntos de ventaja los que llevaba el republicano, con esta contingencia sus bonos pueden ubicarlo a 15 o 20 puntos de distancia.
Como víctima que salió airosa de la intentona de asesinato, esperemos a un Trump recargado, con sus asesores escribiendo lo “resiliente” e “invencible” que puede ser el pueblo norteamericano que quiere (MAGA) “hacer a norteamérica grande de nueva cuenta”. Sobrarán eslóganes a sus seguidores, mientras Joe Biden, condena la violencia de las armas en EEUU, esas que usan para masacres y atentados como en ninguna otra parte del mundo.
Para México, si regresa a la presidencia Trump, será un nuevo reto, mayor al que enfrentaron López Obrador y Marcelo Ebrard. Nuestros paisanos en Estados Unidos perderán la oportunidad de vivir y trabajar en paz. El sábado una tabla de sus números – y el destino- salvaron la vida a Trump.
Los demócratas tendrán que decidir de una vez si detienen la campaña de Biden para cambiarlo por Kamala Harris o, su mejor carta, Michelle Obama, quien a estas alturas es la única que muestra ventaja sobre Trump en las encuestas.
Hoy, al despertar los mercados en Europa, sabremos el tamaño del miedo al regreso de Trump a la presidencia. Se llevaba mejor con Putin que con la OTAN. Su nacionalismo y aislacionismo llevaría a Ucrania a la derrota y una subsecuente división de su territorio. Una bala y un giro de postura cambiaron nuestro destino en un instante. Somos sus juguetes.
Hoy la violencia política en el país más poderoso del mundo es reprobada por todos los mandatarios y todos los medios del mundo. La humanidad está lejos de resolver sus disputas por medios pacíficos, aunque hemos avanzado a través de los siglos. Lo que vuelve a nuestro subconsciente es la posibilidad de un desastre nuclear, de un botón que acabaría con todo o con casi todo. Ahí ni para dónde voltear.