Debo a Apolonio la independencia de espíritu; la decisión sin perplejidades; el no dejarme regir, ni aun en las cosas mínimas, por otros principios que por la razón”.
Marco Aurelio
Emperador romano
A mes y medio de las elecciones presidenciales, quienes imaginamos una competencia más reñida, tenemos el ánimo un poco maltrecho por lo que sucedió y por lo que puede venir. Sabemos que Morena puede quedarse con una sobrerrepresentación en el Congreso. Que, si lo logra, regresaremos medio siglo al país gobernado por un solo hombre o mujer.
En eso estaba cuando vi un libro del español Rafael Santandreu llamado “No hagas montañas con granos de arena”. Santandreu es un poco la versión ibérica del norteamericano Ryan Holiday, estudioso de la filosofía estoica que viene de la cultura grecolatina desde hace 23 siglos.
Santandreu es un terapeuta con gran éxito en el mercado español, donde ejerce su profesión y escribe libros llamados de autoayuda. Sus libros anteriores: “Sin miedo”, “Los lentes de la felicidad” y “El arte de no amargarse la vida” han despertado la curiosidad y afición en un mundo cada día más secular.
El estoicismo, que viene de Zenón, Epícteto, Séneca y el emperador Marco Aurelio (entre otros), recupera un gran espacio en la cultura occidental. Es una corriente filosófica que nos ayuda a mejor vivir, encontrar serenidad y aceptar nuestra circunstancia. En principio, ni Holiday ni Santandreu tienen una fórmula mágica para lograr plenitud de vida, pero sí herramientas que, bien usadas, aligeran la carga de la vida moderna.
De regreso a la circunstancia política nacional, hay cosas que no podemos hacer en lo individual como evitar la destrucción del Poder Judicial; lo mismo que impedir el arribo de Trump a la Casa Blanca. Parte del estoicismo es no vivir frustrados por lo que está fuera de nuestro alcance, por lo que piensen los demás o eventos que pueden suceder en el futuro.
El antídoto para conservar la serenidad puede encontrarse en muchas ideas y creencias. El cristianismo comparte valores estoicos de amor al prójimo, templanza y humildad; el budismo es parecido en que no finca la felicidad en bienes materiales. Después de leer a Holiday y a Santandreu, se puede recuperar la ilusión en lo cotidiano, del día a día. La derrota y el triunfo solo están en la mente. Podemos despojarnos de frustraciones si enderezamos y levantamos nuestra mirada interna.
Sería imposible olvidar todo lo que vimos torcido durante seis años. Lo hemos enlistado una y otra vez. Lo que sí podemos es retirarnos un poco de la historia reciente para recuperar con objetividad y serenidad lo que puede ilusionarnos para el futuro. El estoicismo no es una filosofía intrincada con términos complejos ni ideas de sesudas reflexiones metafísicas. Tampoco está basado en teorías complicadas como las de Hegel, Kant o el pensamiento moderno del Siglo XX (Wittgenstein o Heidegger). Es, más bien, una caja de herramientas racionales para encontrar soluciones a los problemas comunes y una mayor plenitud de vida. Las “Meditaciones” de Marco Aurelio, el emperador romano, son un recuento de valores vigentes. Aunque su lectura no es siempre homogénea, con un poco de paciencia surgen ideas presentes, con valores eternos que le ayudaron a gobernar un verdadero imperio. Tal vez sea el estoico más cercano a nuestra experiencia occidental heredada de la cultura grecolatina. Vale la pena leerlo como verdadero antídoto contra la sinrazón que vivimos.