Es verdad pero exageran”.

Liz García Vílchis

 

Las técnicas de Donald Trump en su campaña son las del vendedor de ungüentos y pócimas mágicas; las del timador consumado. A los norteamericanos les vende la idea de que México es el problema de Estados Unidos y los migrantes tienen en jaque a su país.

También encontró en los narcotraficantes su blanco para encender las pasiones del “pueblo bueno” (good people) que pierde su empleo por las fábricas de autos en México. Las 14 semanas que faltan para la elección de noviembre serán de tormentas para nosotros.

La primera andanada llega con la afirmación de Trump de que los cárteles de la droga podrían tumbar al presidente en 2 minutos. Según su visión la debilidad institucional de México es un problema porque han fallecido 300 mil norteamericanos por el tráfico de fentanilo. Como diría Liz García Vilchis -la tragicómica vocera de las mentiras- es verdad lo que dice Trump pero exagera.

Hace seis años contaba un sinaloense que, cuando ganó la presidencia López Obrador, los cárteles -“malos hombres”- estaban de plácemes porque los iban a dejar “trabajar”. Tenía razón, los abrazos y no balazos fueron una receta letal, porque la guerra no fue contra ellos sino entre ellos y ahí no hay ley que valga. Buena parte de los 200 mil homicidios dolosos del sexenio son producto de los enfrentamientos y ajustes de cuenta entre ciudadanos que viven fuera de la ley y sin ley.

Trump es un pendenciero también, pero no podemos subestimar su capacidad de decisión. Lo vimos en su anterior administración cuando le dio 5 minutos a Marcelo Ebrard para poner un tapón en la frontera sur, lo vimos cuando eliminó de un tajo miles de regulaciones burocráticas de su gobierno federal. ¿Quién no recuerda su reunión con Kim Jong Un de Corea del Norte en Singapur?

En su diligencia, Trump podría ordenar ataques directos a los cárteles más importantes del país. Sería tan fácil como enviar un dron y reventar laboratorios de fentanilo que están a la vista de los satélites de la CIA. Incluso podría ordenar el asesinato directo de algún capo. La herramienta de los narcos es el teléfono celular, como el de cualquier empresario. No hay aparato impenetrable que no pueda ser interceptado por las autoridades norteamericanas. El Chapo quiso escapar y mantenerse aislado con comunicaciones cara a cara y mediante emisarios.

Aún así, los actores Shan Penn y Kate del Castillo llegaron hasta su escondite para entrevistarlo. A Joaquín Guzmán le ganó la atracción de la fama cuando aceptó el encuentro. Seguro que las agencias de inteligencia estuvieron al tanto paso a paso.

Hemos escuchado a compatriotas, desesperados por la violencia, decir que no estaría mal si EU pusiera orden en México atacando a esos “malos hombres” que describe Trump. 

Están equivocados. Sería una tragedia y una marca para nuestro país. La última invasión que tuvimos fue al puerto de Veracruz en 1914. Pocas cosas serían tan humillantes como el ataque de misiles o aviones norteamericanos en suelo nacional. Sería una herida que dañaría nuestro sano nacionalismo, el amor a nuestra tierra. Sería gravísimo y casi impensable. Pero Trump toma decisiones en 2 minutos, casi siempre de pura intuición. 

Por fortuna Kamala Harris está incendiando de entusiasmo las redes sociales. Adquiere impulso de las mujeres y los jóvenes. Las apuestas irán a su favor. 

 

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