En Guanajuato podemos tener el orgullo de decir que aquí se inició el nacimiento de la alternancia política presidencial y la conquista de la democracia (ahora en riesgo). Vicente Fox y el PAN fueron los artífices de ese gran logro. Ayudó la actuación imparcial del presidente Ernesto Zedillo. 

Dicho esto, en 24 años la institución estatal que diera luz a la gran participación ciudadana, se ha convertido en un pozo oscuro donde hay una sola voz de mando. Petrificados en el poder, los albiazules perdieron la brújula desde hace tiempo. La última noticia es que el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez, dio la orden de realizar la elección del próximo líder con solo la votación del Consejo, una centena de panistas cuya mayoría tiene cargos públicos. 

El siguiente presidente del PAN será Aldo Márquez, actual diputado.  No habrá debates ni múltiples candidatos, no habrá discusiones serias ni evaluación de los retrocesos electorales del 2 de junio. El PAN podría renacer si en Guanajuato enriqueciera la participación ciudadana en política incluyendo a decenas o centenas de miles de miembros. 

Para ser demócratas hay que comenzar por verdaderas contiendas internas en los partidos, con elecciones primarias donde puedan participar en pluralidad, mujeres y hombres de todo el estado. Donde se discutan los graves problemas del gobierno y la sociedad, donde se busquen novedosas formas de participación a través de las redes sociales, donde se pueda elegir electrónicamente a los candidatos. Ahora la tecnología facilita todo: participación, comunicación, difusión de información, propuestas cívicas e interacción entre partido, miembros y simpatizantes. 

Hay quienes creen que el PAN está acabado en el país por los malos resultados de su unión con el PRI y el PRD. El temor es que los programas sociales electorales del Gobierno Federal cobren aún más fuerza en los tres años venideros. En un trienio, Libia García, la gobernadora electa, tendría un estado ingobernable si Morena gana la mayoría en el Congreso local. 

Con la cerrazón política de que todo lo resuelva un dedo, el PAN puede perder. No hay ciudadanos que participen, que intervengan en lo cotidiano con las tareas políticas del partido. Desde lejos sentimos el vacío de los líderes que debería haber en cada ciudad, en cada barrio. 

Un partido puede tener muchas actividades de enseñanza, capacitación política, contacto con los problemas reales de las comunidades y hasta ser gestor de cambios antes y después de las elecciones. Puede promover apoyos a fundaciones, escuelas e intercambio de experiencias con partidos afines en el mundo. También promover mejoras en la operación del propio gobierno. El PAN debería de ser el principal preocupado por la seguridad pública, porque en Guanajuato, bajo su gobierno tenemos indecibles sufrimientos.

El PAN en Guanajuato es el PRI de antes: cupular, cerrado, populista y asistencialista. “Dedocrático”, como decíamos antes. Necesita volver a sus raíces combativas, a sus valores de bien común antes que bien propio; subsidiariedad, en busca del tamaño adecuado del gobierno y una mayor participación ciudadana. El pretendido golpe al Fidesseg, (Fideicomiso de Desarrollo Social y Seguridad) fue una muestra grave del funcionamiento del Gran Dedo en el Congreso. Ahí tiraron la subsidiariedad por la ventana cuando quitaron -por extrañas razones- la administración al sector empresarial. 

Una regla que ayudaría mucho a dar vida propia al partido sería prohibir que entre sus consejeros haya personas en la nómina del gobierno. En fin. 

 

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